El camello y el ojo de la aguja

por Ed René Kivitz

Es más fácil ser adepto a la teología de la prosperidad que a la teología de la liberación (que, según dicen, ya murió, pero quienes lo dicen se engañan). Para quien desea tener éxito rápido, confort, popularidad, y una iglesia creciendo sin parar, basta que se ofrezca el evangelio en un embalaje adecuado a la burguesía. Se recomienda evitar críticas a la acumulación de riquezas, llamados humanitarios, referencias a las palabras solidaridad y justicia, opciones ideológicas que favorezcan a los pobres, demostración de simpatía a las expresiones como “contrato social” y “otro mundo posible”, sermones basados en los profetas menores, convocatorias al sacrificio y cosas similares. Tan sólo dos problemas surgirán en el camino: el tribunal de la consciencia (que enfrentando oposición terminará disolviéndose) y el juicio final.