La ventana lateral

Por Ed René Kivitz

“La distancia que hay entre la ventana y mis ojos determina lo que veo allá afuera, en la calle. Si me coloco cerca, la visión se ensancha; si me quedo lejos, la visión se estrecha. Si voy hacia la izquierda, observo la plaza; si voy a la derecha, observo la torre. Soy yo quien determina lo que aparece fuera y sirve de panorama para mis ojos.

Pero no por eso es falso o equivocado lo que veo y describo, pues no soy yo quien crea las cosas que aparecen allá afuera. Ya existían antes que yo. No dependen de mí. Es útil y hasta necesario que cada uno defina bien clara y honestamente aquello que ve a través de su ventana. Eso redundará en beneficio del análisis que se hace de la realidad de la vida.

Lo que me consuela es que todos somos así. Bien limitados y condicionados por los propios ojos, dependientes unos de otros. Es intercambiando experiencias, en un diálogo franco y humilde, que nos ayudamos a observar mejor las cosas que vemos, y a romper las barreras que nos separan sin razón. Pues nadie es dueño de la verdad. Sólo intérprete”.

Así lo expresó Carlos Mesters, a quien leí hace más de veinte años. Desde entonces la teología quedó sub judice. Comprendí que la teología no es un discurso en relación a Dios, sino apenas un intercambio de impresiones en relación a las múltiples interpretaciones que los hombres hacen de Dios. Fue entonces que entendí por qué el Cristianismo no depende de la ortodoxia, sino de la revelación. La ortodoxia es una teología elevada a la categoría de verdad absoluta. La revelación es el encuentro con una persona. Una persona que no cabe ni en la teología, ni en la ortodoxia.