Otra Espiritualidad

por Ed René Kivitz

La expresión “otra espiritualidad” sugiere la pregunta: “¿otra en relación a qué?” ¿Significa que una espiritualidad esta siendo abandonada para que en su lugar aparezca “otra”? En mi caso es simple: estoy abandonando la espiritualidad del sentido común evangélico, y saliendo en busca de la espiritualidad del sentido común de la tradición cristiana.

Me apresuro a explicar. Considero “sentido común” una forma simple de referirme al hecho de que a pesar de la enorme diversidad en relación a las características que identifican al ser evangélico, hay un núcleo que resume la manera como este segmento religioso de la sociedad articula su creencia y su modus vivendi. Al escoger el sentido común, admito que la “otra espiritualidad” que busco no es una novedad, sino un rescate de los aspectos esenciales de la fe cristiana conforme se establecieron en estos más de dos mil años de historia.

Dejando de lado el rigor académico y científico, que no caben en la propuesta de este texto, le llamo “sentido común de la fe evangélica” a los contenidos articulados en la fase más visible de esta tradición religiosa, notoriamente a través de los medios de comunicación impresos, radiales y televisivos. Son los autores y comunicadores masivos quienes le “hacen la cabeza” a los fieles y de a poco van definiendo, consciente e inconscientemente, voluntaria e involuntariamente, un núcleo de creencias determinantes de una cosmovisión, y por consecuencia, una forma de ser en el mundo. A partir de un determinado punto, pasa a existir una cultura autónoma, independiente de los contenidos más elaborados de los teóricos. Esta cultura autónoma es apropiada por el pueblo y a partir de entonces enciende un proceso de desarrollo de creencias y costumbres que se van distanciando cada vez más de la propuesta original.

No tengo dudas en cuanto al hecho de que este fenómeno sucedió en la llamada iglesia evangélica, y que el ser evangélico, conforme a lo comprendido al día de hoy por la sociedad brasileña, e incluso hasta por muchos evangélicos, es algo totalmente distante de los contenidos originales de la fe cristiana. Evidentemente, presume quien afirma conocer “los contenidos originales de la fe cristiana”, pues toda teología es interpretación, significa que todo cuanto los cristianos propagan son versiones del contenido original. Lo que se exige es la evaluación mínima de los contenidos actuales en comparación con aquellos que históricamente, desde periodos más remotos, fueron divulgados como constitutivos de la fe cristiana. Tengo la firme convicción que el cristianismo de los evangélicos contemporáneos es absolutamente distinto del cristianismo de los primeros cristianos y de las tradiciones teológicas más consistentes de la historia de la iglesia.

Por cierto, es muy triste el hecho de que gran parte de los nuevos líderes evangélicos y de los nuevos convertidos a la fe evangélica desconozcan la tradición teológica de la historia de la iglesia, sus exponentes más respetados, sus fundamentos filosóficos, sus enfrentamientos con los espíritus de sus épocas, sus argumentaciones apologéticas y, principalmente, su sangre vertida en defensa de la fe. Los neo-evangélicos están demasiado ocupados en construir una experiencia religiosa que les satisfaga de inmediato y no se ocupan de las aproximaciones a la verdad, pues viven el pragmatismo de quien se dedica a hacer funcionar a dios en vez de ser un íntimo de Él.

Fui tomando consciencia de eso de a poco y, en cierta forma, construyendo mi pensamiento al respecto de “otro Dios y otra espiritualidad” paso a paso, cada vez un insight, como el pan, que nos llega al alma cada mañana, cayendo del cielo cada día. Pan que reparto con temor y temblor.